jueves, 12 de febrero de 2009

sigamos con El maestro ignorante:

¿comprende el niño? No, no comprende. Encontraré nuevas maneras de explicarle, más rigurosas en sus principios, más atractivas en su forma, y verificaré que haya comprendido.

Noble preocupación. Por desgracia, es precisamente esa palabrita, ese mandato de los iluminados -comprender- lo que produce todo el daño. Es la que detiene el movimiento de la razón, destruye su confianza en sí misma, la que desvía de su propio camino al partir en dos el mundo de la inteligencia, ... entre el sentido común y la ciencia. A partir de que se ha pronunciado el mandato de la dualidad, todo perfeccionamiento en la manera de hacer comprender, la gran preocupación de metodistas y progresistas, es un progreso en el embrutecimiento. ...

El azar y la voluntad

Así funciona el mundo de los explicadores explicados. Y así habría funcionado también para el profesor Jacotot, si el azar no lo hubiese puesto en presencia de un hecho. Y Joseph Jacotot pensaba que todo razonamiento debía partir de los hechos y ceder ante ellos. ...
Y el hecho era que esos estudiantes se habían enseñado a hablar y a escribir en francés sin la ayuda de sus explicaciones. No les había transmitido nada de su ciencia, ni explicado las raíces o las flexiones de la lengua francesa. ... los había dejado solos con el texto de Fenelón, una traducción -ni siquiera interlineada, a la manera de los textos escolares- y su voluntad de aprender francés. ... La necesidad lo había obligado a dejar fuera del juego a su inteligencia, esa inteligencia mediadora del maestro que relaciona la inteligencia impresa en las palabras escritas con la del aprendiz. Y, en consecuencia, había suprimido esa distancia imaginaria que es el principio del embrutecimiento pedagógico. ... Comprender nunca es sino traducir, es decir, ofrecer un equivalente de un texto, no su razón. No hay nada detrás de la página escrita, no hay doble fondo que necesite del trabajo de otra inteligencia, la del explicador;... Si los estudiantes habían comprendido la lengua aprendiendo Fenelón, no era simplemente debido al movimiento gimnástico de comparar la página izquierda con la derecha. Lo que cuenta no es la aptitud para ir de una columna a la otra, sino la capacidad de decir lo que uno piensa en palabras de otros.
Pero además, la inteligencia que les había hecho aprender el francés en Telémaco era la misma con la que habían aprendido la lengua materna: observando y reteniendo, repitiendo y verificando, relacionando aquello que buscaban conocer con lo ya conocido, haciendo y reflexionando acerca de lo que habían hecho.
Habían avanzado como no se debe, como los niños, a ciegas, adivinando.
Y entonces se planteó esta pregunta: ¿no era necesario invertir el orden admitido de los valores intelectuales?

¿acaso el vergonzoso método de la adivinanza no era el verdadero movimiento de la inteligencia humana que toma posesión de su propio poder?

Los metodistas oponen el mal método del azar al procedimiento razonado.

No hay comentarios: